Todos los martes, en La Gran Jaime, se le agrega una vuelta más al ciclo y encuentro de compositores Martes Rueda, en donde el acceso es libre para todos y todas, y los artistas están invitados a compartir su despliegue musical para quienes quieran abrirse a una experiencia maravillosa. Cerca de cumplir sus primeras cien vueltas, charlamos con los organizadores para saber por qué y cómo es que la rueda sigue girando.
por Leandro A. Navarro
El origen de la rueda
“Un círculo es sagrado, todos somos iguales, ninguno está primero, ninguno está después”, estas palabras de Noemí Jofré de la comunidad Huarpe -extraídas del libro Toda la tierra es una sola alma, de Carlos Martínez Sarasola-, son las que inspiraron a Noelia Recalde para comenzar hace más de dos años este ciclo de compositores. “Fue una idea inspirada en lo que sucedía en las redes, especialmente con SOFAR, que tiene un canal y un movimiento de artistas independientes muy importante a nivel mundial. Yo consumo esas cosas, y veía que acá no existía ese espacio”, cuenta Noelia, quien cuando llegó a Buenos Aires desde Gualeguaychú, hace unos diez años, vivió en carne propia lo difícil que puede ser integrarse al circuito de la música. “También sabía, por otro lado, que ya existían movidas de micrófono abierto, como por ejemplo La dama de Bollini o la Open Folk, que están enfocados en ciertos estilos, pero ninguno pone foco en la canción, entonces se me ocurrió esta idea de Martes Rueda, y para eso tenía que buscar un equipo”, agrega.
Encontrarlo no fue difícil. Actualmente, son cuatro los rayos de esta rueda que soportan todo el peso de tantas vueltas. Noelia comenta que “existe una división de roles, porque sino sería imposible”. Hoy por hoy, ella se encarga de la programación y, junto a La negra (Marrón Frías Yuber cantante de Soul Parking) de la producción y coordinación de las acciones generales. Damian Helmer (con quien a su vez Recalde comparte banda en Valbé) está en el sonido, mientras que Tute Delacroix es responsable de la fotografía y las redes.
Después de casi cien encuentros realizados, Martes Rueda se ha apropiado de algún modo, con indiscutible legitimidad, de ese día de la semana. De la misma manera que La Bomba del Tiempo tiene sus lunes. “La constancia que ellos tenían fue una inspiración”, nos dice Noelia, explicitando la referencia.
La mutación
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, canta Serrat homenajeando a Antonio Machado. Algo parecido les pasó al staff del Martes Rueda: al principio eran doce artistas por noche, interpretando siempre tres canciones; aunque la idea era bien recibida en todo momento, era algo difícil de sostener. A partir del camino recorrido todo fue mutando. “Ahora son siete compositores, y tratamos de ser muy prolijos con lo que se le dice a cada artista -explica Damián-; se intenta integrar, que todos se despierten y se den cuenta de que hay personas haciendo lo mismo y que nadie es mejor que el otro. Hay una filosofía de la rueda de que vos te parás en cualquier lado y nadie es la punta, nadie es el principal, siempre estamos todos iguales”.
De los encuentros del Martes Rueda participan una gran variedad de artistas, sea por la diversidad en cuanto a géneros musicales, como respecto a las trayectorias particulares de cada uno. “Tenemos ordenado el cómo lo queremos hacer: no dejar atrás a la gente que es novata, para que se sientan integrados e inspirados por las otras propuestas. Siempre ponemos una banda, tratamos de que las musicas sean diferentes, que no sean empalmadas”, cuenta Damian.
Al igual que la mesa redonda del Rey Arturo, no hay jerarquías y todos tienen la misma posibilidad de opinar y colaborar con lo que quieran. “Los artistas que tienen más trayectoria, cuando vienen acá, se van sorprendidos por la onda, la organización y los otros artistas, y eso a nosotros nos llena bastante, porque era la idea poder generar pequeños cambios en el pensamiento y tratar de hermanar más a los artistas”, relata Noelia y continúa: “también hay generaciones nuevas, de gente muy talentosa que toca por primera vez, que a todo esto lo ven con mucha más naturalidad”.
Red de Ruedas
Como suele ocurrir con los movimientos que realmente generan algo en las personas después de asistir a ellos o verlos o escucharlos, el Martes Rueda se mueve de boca en boca. Este boca en boca que en los orígenes del rock nacional juntaba a los que hoy son grandes glorias en La Cueva o en La Perla (mientras Sandro regalaba whisky), hoy evolucionó y se transformó en redes sociales. El caralibro y el pajarito azul son los grandes portales de comunicación y publicidad que impulsan a movimientos musicales como este, o de cualquier índole, ya sea por la posibilidad que te brindan de acceder a diversos artistas de cualquier parte del país y viceversa, es decir, que cualquiera se puede interesar o interiorizar en el ciclo y comunicarse con los organizadores de manera tan fácil y rápida, tanto que Martes Rueda tiene casi toda la grilla del año ocupada.
Y esta forma de comunicación funciona solamente si el evento está bien organizado y bien armado, si los detalles están realmente cuidados. Y genera una retroalimentación, en donde los artistas comparten su experiencia e invitan a otros a participar.
“Haciendo este laburo, todos aprendimos a soltar las huevadas y a aprender a compartir más desde un lado verdadero, porque vimos que de esta manera fluye mucho más. Vemos que cuando nosotros disponemos todo lo que hay para los otros, vuelve y también eso se genera entre los músicos. Hay quien lo sabe aprovechar y quien no. Las puertas están abiertas a los músicos y ellos se siente cómodos de venir a tocar, les copa la movida y han generado lazos con otros músicos”, cuenta Noelia.
Antes de dar comienzo a cada encuentro, los organizadores reúnen a todos los artistas que participarán de esa noche para hablarles tanto del espíritu del ciclo como de la logística de la noche. Allí plantan la semilla de este tender puentes, como al plantear la simple consigna de que cada artista presente al que lo va a suceder en el escenario. “Vos lo pensás y es una consigna sencilla, pero la reacción a esto es casi siempre chocante, porque mayormente existe como un hermetismo en el ser humano, y los artistas dicen: ‘¡uy!, no sé si me voy a acordar’ o ‘no creo que me acuerde’”, comenta Noelia, y también agrega: “pero esta consigna va más allá de tu hermetismo o de tu mambo, esta consigna tiene que ver con el respeto. Es un reconocimiento”.
El compromiso quizá sea el elemento más importante, y a la vez más básico, que se les pida a los músicos que participan del ciclo, y según Recalde “se tiene que dar desde el momento uno. Si te olvidaste o hippiaste o no respetaste, la tolerancia para eso es cero, porque hay tantos que quieren participar, que es injusto para aquellos que quieren venir”.
Las cosas tienen movimiento
Se acerca la edición número cien del ciclo y hay grandes sorpresas. También, un futuro que promete grandes proyectos. Estos lazos que se arman entre los músicos que son invitados al ciclo genera sus frutos en forma de otros ciclos o fechas que se comparten, en las que se invitan a los músicos con los que se ha compartido escenario en el Martes Rueda, o con los organizadores.
Las cosas tienen movimiento y no quieren parar. “Cada uno te puede dar una razón, no sé si diferente, pero sí una visión bastante personal de cómo a cada uno de nosotros nos toca venir acá cada semana, todos los martes hace tanto tiempo. A mí, personalmente, me toca en un lugar súper sensible, porque me parece alucinante lo que se generó desde un lugar que fue siempre hermoso, nunca fue algo malo, siempre tuvo algo inspirador; para mí es un alimento total, hacerlo todos los martes, no hay ninguna otra actividad que supere esto. Y permanecen las ganas de ir superando la idea, de seguir sosteniendo el espacio, que también dependen de un montón de factores; pero románticamente, está saldada con creces”, reflexiona Noelia.
Damián también se expresa en la misma línea de pensamiento: “me ha pasado que he venido de mal humor, por otras razones externas al ciclo, pero he venido igual porque hay que estar, y me he ido chocho porque arranca todo y me acuerdo de dónde nació, veo un artista que me copa, conozco a alguien que me gusta lo que hace, entonces esa cuota queda saldada. Y también pasa al revés, que uno viene súper pila, que te llevás el mundo por delante, y vienen los artistas y hay dos que no pueden venir o hay paro de colectivos y todo se hace cuesta arriba, entonces te vas medio reflexivo pensando en cómo podemos hacer para mejorar y que esas cosas no pasen”.
Hacer esto, sin dudas, también los hace crecer espiritualmente. En sus cabezas, ya aparece incluso la idea de en algún momento generar un encuentro entre quienes organizan otras movidas similares, para compartir ideas, herramientas, experiencias.
Porque compartir es el espíritu. Y Martes Rueda es un espacio donde la música y la vida circulan. “Desde el vamos -dicen ellos-, todos disfrutamos tener un espacio para compartir”.
Muy buena nota!
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