No se queda quieto, no envejece, y está de gira. Es NAVE, el arcade más rockstar de Argentina.
por Verónica Iacona
Mide un metro setenta y cuatro y pesa ciento tres kilos. Va siempre de negro y salvando la carcaza metálica, la pantalla y las rueditas, NAVE es todo lo que uno esperaría de una estrella de rock. Pero es un arcade, un fichín. La creación más exitosa de Videogamo INC, la empresa de videojuegos que crearon Hernán Sáez y Máximo Balestrini en 2010. Pensado originalmente como un juego en Flash, NAVE cobró vida en 2012 dentro de un gabinete genérico que Hernán y Máximo encontraron en un depósito. «Metimos una computadora adentro, hicimos un panel de control completamente nuevo, así como toda la gráfica y la marquesina. Agregamos un panel de luces led a cada lado de la pantalla y finalmente un fichero para que funcionara con monedas», cuentan.
El juego es un clásico shooter espacial. Una nave esquiva y dispara contra enemigos, se alimenta de poderes y aumenta de tamaño cuanto más tiempo resiste sin ser destruida. Los gráficos son simples, en baja resolución y en blanco y negro. ¿Qué tiene entonces de particular?
NAVE no puede descargarse ni jugarse en ninguna consola o emulador, no existe ni en celulares ni en tablets ni en laptops y no hay ninguna app con su nombre. Es un arcade viajero, y para jugarlo hay que seguirlo. ¿A dónde? Desde que nació y hasta la fecha, NAVE se presentó más de ciento quince veces. Si bien la mayoría en Capital y Gran Buenos Aires, recorrió además diez provincias y cruzó la frontera hasta Chile. Es parte de convenciones y encuentros de videojuegos, claro, pero también y sobre todo de recitales, de fiestas, de exposiciones de arte, de ferias, de bares, de festivales, de ciclos y de cuanto evento se le cruce por delante.
«Prácticamente no hay filtro entre nosotros, el juego y la gente. Donde nos invitan, vamos.» dice Hernán. Y eso es lo particular de NAVE, encontrarlo en lugares donde nadie esperaría encontrarlo. «Cuando fuimos a Salta lo pusimos en el cerro San Bernardo con un generador. La gente que pasaba no era toda gente que estuviera buscando jugar un videojuego, pero de golpe estaba ahí, jugando.» sigue Hernán con una sonrisa entre dientes. Es que NAVE atraviesa no sólo geografías, sino también públicos.
Los hay gamers, sí, pero también los hay pibes que vuelven del colegio y se lo cruzan en la calle y turistas en el cerro San Bernardo. Los hay rockeros de campera de cuero que se lo encuentran en un recital, y grupos de amigas que lo juegan en una fiesta, o en un festival, caminando por Tecnópolis o en una feria de ropa vintage. De un lado a otro, NAVE reúne hace más de cinco años a una comunidad que crece en tamaño y sobre todo en heterogeneidad. Sorprende y gusta en donde quiera que esté, y una vez que se lo juega, es difícil no querer jugarlo de nuevo.
Son cientos los que siguen a NAVE en cada evento. Y como cada evento de NAVE es distinto, son cientos los que mientras esperan su turno para jugar, dan una vuelta por ahí y descubren algo nuevo. Escuchan una banda que nunca habían escuchado, visitan un centro cultural, miran un corto o un largo, y son parte de un nuevo ciclo, de un festival, o incluso de algún taller. También son cientos los que siguiendo a alguna banda o yendo a algún espacio cultural se cruzaron con NAVE. Y el círculo vuelve a empezar.
En la pantalla y en la vida real la NAVE se vuelve cada vez más grande. Esquiva y dispara contra categorías fijas, se alimenta de todo tipo de público y crece, porque resiste a ser destruida. Resiste a encasillarse en un solo lugar y a quedarse quieto. Como un rockstar, un arcade que es pura actitud.
Facebook y fechas de NAVE: https://www.facebook.com/NAVEArcade/
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