Esto no es (sólo) un sello

Una charla con Elefante en la Habitación para acercarnos al universo de los Sellos de Gestión Colectiva.

por Pablo Boyé

Mosaicos

Del músico que gesta y crea, al creador que también gestiona. Del hacer individual, al pensamiento y la práctica colectiva. Lo nuevo que no termina de constituirse y lo viejo que siempre estará ahí para decirnos de dónde venimos. Nos movemos, constantemente, entre desplazamientos. A veces, en la mayoría de los casos, es difícil percibirlos: nos llevan y está en el olfato el tratar de capturarlos para ser parte, para intentar pensarlos, darles forma. Solemos verlos cuando se detienen. Sin embargo, nunca se detienen del todo.

-Para mí la cultura de un pueblo es un mosaico, es un coro -dice María Pien- no se puede compartimentar en una sola cosa, y tampoco es lo que parece que es: ¡es gigante! Tiene mucho que ver con nuestra tradición, con lo afectivo, con la historia de ese pueblo y con el destino, a lo mejor, de ese pueblo, de ese lugar.

Reflexionar sobre la cultura es importante para quienes la habitan y la construyen a diario. María reflexiona. Ella es miembro, desde el momento de su fundación, de uno de esos actores que hoy forman parte del paisaje cultural de nuestro país y que, desde hace un tiempo, han dado en llamarse Sellos de Gestión Colectiva.

Sellos de Gestión Colectiva que de sellos tiene algo, pero no todo. Nacen al mismo tiempo que el siglo para constituirse como un actor cultural novedoso. Es a mediados de la primera década del 2000, pero sobre todo a partir de la segunda, que comienzan a proliferar y a expandirse por todo el territorio nacional. Elefante en la Habitación es uno de ellos. En él María va: piensa, hace, crea, gestiona, junto a otros músicos que, luego de transitar sus respectivos trayectos como artistas-gestores de manera individual, decidieron reunirse en un colectivo. Que luego definirían como sello, aunque también hacen cosas de productora. Una estructura que contiene y habilita posibilidades. De naturalezas híbridas, de eso se trata. Ellos dirán que es una “plataforma”.

Etapas

-Hay una historia de distintas etapas -explica Nahuel Carfi, también miembro fundador del sello-. Esto nació como una mesa de cinco personas que nos reconocíamos como músicos-gestores. Teníamos ganas de hacer cosas y romper un poco algunas lógicas. Y generar cosas propias.

Actualmente esa mesa la integran, además de María y Nahuel, Rodrigo Ruíz Díaz, David Chorne y Lucila Pivetta. Ahí es donde nacen las ideas que luego se materializarán en acciones en pos de consolidar un objetivo que se plantearon desde el comienzo: generar una escena propia. Una escena, también, “más amigable”. Y es un objetivo que nace a partir de dos certezas: el no querer sentirse encasillados -y, por ende, restringidos- por los géneros, y la mirada crítica hacia el comportamiento de ciertos músicos que no profesaban el compañerismo que tal vez hoy, cada vez más, existe entre colegas. “Darnos cuenta”, dice María, “de que el otro, el músico amigo, no es una competencia”, y agrega:

-Nosotros quisimos y ejercimos lo mejor que pudimos nuestro proyecto, siempre pensando en tratar de ser lo más abiertos que podíamos, en tratar de tender redes y abrir hacia todos los lugares. No queríamos estar en ningún lugar elitista, ni separatista, ni de ghetto. Cuando decidimos un nombre y empezamos a decir somos esto, dijimos: “Bueno, ¿qué hacemos? Lo que no nos gusta, ¿lo podemos cambiar haciendo qué? ¿Cómo construimos una escena más amigable, o la escena que nos gustaría habitar a nosotros?”.

-Abríamos los círculos constantemente, porque estábamos buscando juntarnos con más gente -suma Nahuel-. Escribimos textos reflexionando sobre la escena, sobre la manera de desarrollarse. Había una avidez de conocer gente que está haciendo canción, en Buenos Aires, en el país, afuera, había ganas de conectarse con otras realidades. Eso era como un motor.

La decisión de formar un sello, dicen, los encontró: querían hacer discos y el trabajo colaborativo era un canal para lograrlo. Tejer lazos, entramarse, para darse herramientas y posibilidades propias de crecimiento.

Nuevas lógicas

Editar, distribuir, promocionar, comunicar, producir “presentaciones oficiales”, brindar una estructura de acompañamiento, generar herramientas y convenios para que un disco -esa categoría que hoy está en crisis- pueda alcanzar su mejor camino, son algunas de las tareas principales que se llevan adelante desde Elefante en la Habitación. Ellos apuestan al disco como obra. En palabras de Agustín Bucich, también integrante del sello, “el concepto de disco va a seguir existiendo. No el concepto de CD, el vinilo también se va a agotar en algún momento. El disco sirve para hacer obra, para resumir un conjunto de canciones que va a ser obra, después se ve si va a ser objeto o no”.

A todo esto, se le suma la generación de espacios de visibilización, como son los ciclos y los festivales, donde además aparece una apuesta fuerte al desarrollo y la consolidación de vínculos entre los artistas. Dice María:

-Al no ser productores con la mirada tradicional del productor, la fecha estaba pensada desde otros lugares. Estaba pensada la curaduría. Les proponíamos a los músicos que se juntaran y eso obligaba a que se conozcan.

Si al principio les fue mal en términos de sustentabilidad económica, el saldo positivo se dio en la posibilidad de generar una propuesta cultural pensada no en términos de negocio, y en la construcción de lo que ellos llaman la “familia cercana” -el núcleo íntimo- y la “familia extendida” -aquellas relaciones que fueron estableciendo y acercando al proyecto. Incluso, llegaron a impulsar una suerte de asamblea en donde se intentó crear un gran equipo de trabajo, que funcionó durante un tiempo. Hoy, la estructura es más reducida.

-De esa gran súper asamblea, se volvió a una estructura pequeña y se volvió a trabajar sobre una identidad. Empezamos a pensar: “somos un sello, pensemos en algo más concreto y pequeño y trabajémoslo a paso de hormiga, pero súper firme, como una hormiga que tiene zapatos de plomo. Esa es la etapa en la que estamos ahora -explica Nahuel-, un grupo pequeño, con una identidad clara alrededor de la canción.

Fenómeno de época

Los SGC vienen a diferenciarse de los sellos tradicionales -por sus valores, sus formas y sus dinámicas de funcionamiento- y de los sellos independientes -por el componente de lo colectivo y cierta mirada más colaborativa o cooperativista, en contraposición a muchas prácticas del pasado. Nacen, a su vez, de experiencias anteriores de músicos que se organizaban, es decir, como “una reinvención de movidas que pasaron antes, pero en la realidad de las redes, una reinvención que tiene una identidad particular por la generación que representa”, aventura Carfi.

En 2012, una política pública coordinada por la Dirección Nacional de Industrias Culturales, a cargo de Martín Mena, no sólo reconoce por primera vez desde el Estado a los Sellos de Gestión Colectiva -que, en sí, son estructuras informales- como actores, sino que los nombra y los convoca. Elefante en la Habitación es el primer sello radicado en la CABA en participar de la experiencia de Recalculando.

-Recalculando lograba unir una cantidad de proyectos de todo el país que tenían muchas diferencias, sobre todo estéticas, y nos planteaba reflexiones que nos eran comunes a todos -explica Nahuel. María completa: -Nos mostró algo increíble, que es que éramos un fenómeno de época. Algo muy bueno que hizo Recalculando fue reivindicar las identidades regionales y las identidades locales, y sacar a Buenos Aires como el lugar al que había que ir.

Instancias de formación y de encuentro, la apuesta a vincular actores para construir una red -que, si bien desde algún punto de vista podía ser forzada, a la vez habilitaba la posibilidad de tener algún tipo de incidencia en favor de ese sector que se estaba construyendo-, con el fin de favorecer la sustentabilidad de los proyectos, eran algunas de las patas fundamentales de esta política cultural que, a partir del cambio de gobierno y de paradigma político, hoy ya no existe.

-Para mí, de 2010 a 2015, la incidencia del Estado fue notoria. Nos llegó y fue fuerte. Dio herramientas, dio espacios de encuentro, dio conciencia como sector y dio laburo -opina Nahuel.

Ese quiebre ha puesto en tensión a los SGC que, en muchos casos, se han visto en la necesidad de reinventarse para sobrevivir.

Claridad

-Yo creo que los proyectos siguen vivos porque lo que sigue vivo es las ganas de hacer y de formar parte de la escena cultural -asevera María-. Lo que siempre va a estar, o por lo menos sigue vivo en nosotros, es las ganas de seguir existiendo para que sigan existiendo esas voces de la disidencia, o que no pertenecen a ese mainstream, a ese único coro gigante que parece que quisiera que todos escuchemos más o menos lo mismo.

“Rescate” es una palabra que a ella le interesa destacar: pensar en eso de rescatar músicas que no logran abrirse camino, “porque no le interesan al mercado”. Mantener la vista atenta a eso nuevo que sucede en el infinito universo cultural de nuestro país es la premisa. Nahuel se explaya:

-Nos pasó lo que a muchos otros sectores con respecto al cambio de gobierno: nos llevó un año entender para dónde teníamos que tirar. Pero este año hubo una claridad de que queríamos volver a la cancha, producir ciclos, hacer cosas, porque sentíamos que de vuelta, en este contexto de mierda que estamos viviendo, había que volver a hacerse un poquito de fierro y armar movidas nosotros mismos. A interpelar a la gente: “está esta escena, no se olviden, se puede seguir conociendo gente, se pueden seguir generando cosas”. Nosotros, de alguna manera, cuando arrancamos queríamos marcar diferencia con los que eran más grandes que nosotros, y creo que hoy hacemos honor a eso, nos interesan las generaciones más jóvenes, queremos saber qué está pasando.

De estructuras híbridas, hablábamos. Es esa cualidad la que les permite entrar y salir de un rol determinado según las necesidades propias y lo que los contextos les demanden. Y si bien el cambio de coyuntura los afecta, también son conscientes de que esa hormiga con zapatos de plomo tiene aún un trecho que transitar.

-Si tuviéramos que redondear -redondea María- qué es lo que sigue vivo, es el vínculo afectivo y eso no se va a perder, y el aprendizaje, el camino transitado, todo eso es nuestro capital real.


Foto de portada: Josefina Chevalier

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