Nacho Ladisa conjuga lo mejor de las viejas tradiciones del blues y el aire fresco de nuestros tiempos para dar nacimiento a un nuevo disco que mantiene viva, más que nunca, la llama del blues criollo.
por Guido Venegoni
A casi cuarenta años de Memphis La Blusera, el blues tomó cierta popularidad en los últimos diez años para pasar a ser una pequeña parte de la cultura joven. Un poco más refinado en su toque y menos arrabalero que las maravillosas historias de blues nacional de Adrián Otero o Ricardo Tapia (referente de la primera época vigente), encuentra en Argentina instrumentistas más sofisticados pero con menos mística grupal.
Nacho Ladisa, en un rescate emotivo, busca recuperar la lírica esencial, la de la calle, la de sus zapatos, con una entrega total que se percibe en cada una de las notas que salen de su voz y su guitarra en un ecléctico álbum de blues donde también se escucha funk, gospel, el mejor estilo Chicago o una balada con inversiones y armonías cercanas al mejor Hendrix.
La variedad, la fuerza grupal (con individualidades como Adrián Bareiro, en batería, o Brian Figueroa, en guitarra) y la búsqueda constante hacen que este segundo LP de Nacho sea más que una banda de blues, y acierta con creces en la elección del título: Un mundo que romper.
Los blues de Nacho encuentran la mística a fuerza de increíbles solos de guitarra, vivencias hechas canciones, jóvenes compañeros de banda (no superan los 26 años) y un augurio de futuras composiciones de blues criollo que mantengan la llama viva de algo que es nuestro hace cuatro décadas.
Temas destacados: «La frontera», «La noche no termina», «Sin preguntarme dónde ir»
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