El estado de situación de los artistas callejeros hoy, en particular en la CABA, pero también a lo largo y a lo ancho del país, es de constante tensión. Políticas culturales regresivas, hostigamiento y persecución policial. El Estado ausente en el diálogo, pero con mucha presencia a la hora de reprimir la actividad cultural que no se ajusta a sus parámetros comerciales. La respuesta ante esto es la organización y la lucha colectiva, que tiene como principio no concebir la cultura como mercancía, sino como derecho. Aquí, un acercamiento al Frente de Artistas Ambulantes Organizados (FAAO), para entender un poco más de qué se trata el asunto.
por Leandro A. Navarro
Piedra y Camino
Una plaza. Una calle. Un vagón. Una esquina. Lugares que recorremos todos los días, que son parte de nuestra cotidianidad o que marcaron un punto de inflexión en nuestras vidas. Se podría pensar que cuando uno circula por estos lugares, ellos cobran vida, y que cuando no estamos quedan grises y atemporales, pero no: hay cerca de 2600 artistas ambulantes que recorren y nutren de color y de cultura viva a todos estos sitios.
La sigla FAAO (Frente de Artistas Ambulantes Organizados) surge en el año 2014; hace un año, se establece como asociación civil. Nace a partir de un hecho puntual: la policía metropolitana asume la seguridad de los subterráneos y, en el ínterin de dos meses, ocurren 48 casos de violencia institucional, que van desde hechos “leves y elegantes”, como por ejemplo, pedir a los músicos que se bajen de los vagones y salgan de los andenes, hasta amenazar con labrar actas contravencionales y de secuestrarle el instrumento a los artistas.
A raíz de ello, los artistas ambulantes comenzaron a organizarse en asambleas y reuniones que darían nacimiento a este colectivo de artistas único en el mundo por su composición multidisciplinaria: en él se reúnen músicos, actores, clowns, bailarines, entre otros: hasta el momento, lamentablemente, se está encargando de «apagar incendios», como nos dice Alejandro Cabrera Britos, músico ambulante y referente de la organización. «Para dejar de correr desde atrás y que todos los artistas ambulantes conozcan cómo es su situación y cómo actuar ante un problema en la vía pública, redactamos el Manual del Artista Ambulante«, nos comenta.
Este manual consta de veinte páginas en donde figuran decretos, leyes y ordenanzas hoy vigentes. También figura cómo proceder ante un hecho de presencia de la fuerza pública, sean inspectores, policía, gendarmería, etcétera., para poder entender la situación y actuar de la mejor manera, de modo de evitar que esa situación se transforme en algo peor (y mucho más difícil de retroceder luego en lo legal).
-Explicamos cómo mantener distancia, tratar de conseguir un testigo, tratar de conseguir la mayor cantidad de información, ver si esa persona que te está increpando tiene datos en algún distintivo o preguntar quién está a cargo del operativo, cuál es el motivo, si hay un denunciante físico, firmar la contravención o no, firmar la disconformidad y pedir un buen carbónico para que te den una copia para que sea legible. Todas estas cosas parecen fáciles, pero en el estrés del momento de ser abordado uno no las tiene en cuenta, y a veces el artista también las desconoce- nos dice Cabrera Britos y continúa: “es más que importante generar frentes y mantenerlos bien sólidos, como por ejemplo, la defensa de la educación, de la cultura, de la salud, y tener en cuenta que no hay que llevarse por la distorsión y el maquillaje de un montón de acciones que son mentiras, que revisten como algo que, raspandolo con la uña, ya desaparece”.
Depende, en gran medida, de los mismos artistas poner un freno, organizarse y consolidarse para defender un montón de derechos que son derechos adquiridos y que les quieren arrebatar, o que quieren hacerles creer que no existen, que son inalcanzables o intangibles.
Lo más importante -concluye al respecto Alejandro- es resistir con una acción sostenida en las calles y en cada lugar; y tener un plan de lucha en lo institucional para seguir fortaleciendo los espacios hacia dentro y hacia afuera.
Existe la verdad y LA verdad
En la actualidad, la situación que los artistas callejeros vienen padeciendo impartida desde el Estado es como una especie de “culturicidio”, nos dice Alejandro y abre la pregunta acerca de cómo se entiende que el mismo Estado que los quiere contratar para algunas cosas, como por ejemplo durante La Noche de los Museos, después no les dé el lugar para sentarse y conversar.
En la era Lombardi, FAAO ha enviado 23 notas para reunirse, pero desde el Gobierno de la Ciudad en ningún momento accedieron. Con Mahler, Ministro de Cultura porteño desde 2016, tuvieron dos reuniones; en ambas “él parecía una estatua”, relata Cabrera Britos. Es decir, hay una intencionalidad política clara de no avanzar con el conflicto del artista callejero en CABA. Sobre esta situación Alejandro nos dice: «hay una negación a querer avanzar, porque con esta especie de monólogo que ellos generan con la no contestación de todos nuestros pedidos, piensan que vamos a dejar que pase, para que los reclamos decanten por desgaste, deterioro y desaliento».
«Estamos convencidos de que el Estado tiene la obligación de proveer los recursos para que la cultura sea cultura y se pueda sostener como tal -explica Alejandro- Sin embargo, tuvimos una situación donde en el año 2015 el PRO presentó un proyecto a espaldas nuestras, el 2538/15, que es un instructivo de desaliento y de represión y penalización a los artistas callejeros. En cada uno de sus puntos los artículos desarrollaban el cómo multar al artista».
La ironía más grande es que el gobierno publicita a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como una ciudad cultural, llena de espectáculos en la vía pública y saca un afiche con un músico tocando en el pasillo de un subte, donde todos los días los artistas son echados y maltratados. Y además, acá entre nos, ese músico tiene instrumentos imposibles de tener por un artista callejero.
Una buena: Alejandro nos comenta que la legisladora por el Frente para la Victoria Andrea Conde presentó el Registro Ciudadano de Violencia Institucional, una herramienta que pretende articular con la Defensoría, la Legislatura y otros espacios que estudian y monitorean y trabajan como observatorios contra la violencia institucional, con el objetivo de documentar todas las irregularidades que puedan existir en el accionar de las fuerzas policiales.
La cultura como derecho
Por suerte, no todo es reclamo y peleas con el gobierno de turno. Hay tiempo e ideas para tender puentes y buscar formas de favorecer el desarrollo de los músicos ambulantes. Junto al INAMU, existe un convenio para acompañar a los artistas con la edición de un disco, difundirlos y poder colocarlos en el circuito de música estable en todo el país.
El FAAO, a su vez, está articulado con otras organizaciones como Cultura Unida, con Abogados Culturales, con Construyendo Cultura. Alejandro nos cuenta algunos de los proyectos que tienen a futuro: «queremos que nuestros colegas tengan una obra social, con un monotributo social podrían tener un acceso a la salud. Queremos tener un galpón para brindar talleres para poder generar formación para nuestros colegas, capacitarlos para que pueden brindar un mejor espectáculo».
Como decía más arriba, el FAAO está formado por una variedad muy rica de artistas multidisciplinarios, multiculturales y multipartidarios. Esto permite y obliga a que la organización en lo colectivo sea muy importante. El compromiso y el involucramiento de los artistas en el frente es la base de la pirámide. Sobre esto Alejandro nos comenta que «no hay un solo referente en el FAAO, podría haber venido cualquier otro compañero a esta entrevista y decirte lo mismo que te estoy diciendo yo, por eso la comunicación y la organización entre nosotros es lo más importante».
Lo importante es seguir construyendo, consolidando y avanzando, porque esta rueda gira muy lento, pero lo importante es que no se pare.
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