Si hubiese que clasificarlos como banda, ingresarían en el universo de lo inclasificable. Acaban de editar su tercer disco, Hacer un fuego, en donde lograron cristalizar una búsqueda estética que vienen desarrollando hace años. Una conversación con Ese perro.
por Pablo Boyé
Rompecabezas
Bruno Chattás recibe en su computadora una de las tantas versiones de una canción que todavía se está componiendo. De alguna manera, el sentido de la frase es literal: la canción se compone a sí misma en un ir y venir fluido, de una mano a la otra; no tiene un único compositor, ni varios, son todos y a la vez ninguno.
Bruno recibe esa versión y la destruye por completo. Tiene, como todos, esa libertad.
De crear sobre lo creado.
***
Dicen: “destruimos la canción y la volvimos a hacer, todo el tiempo, constantemente”.
***
Muchas veces sucede que, en la inmediatez de la sala de ensayo, los temas no alcanzan un proceso de maduración y, aún más, de experimentación suficiente.
Ese perro decidió, así, encarar un disco en donde cada uno sus integrantes, desde la intimidad de su propio espacio creativo, pudiera dar rienda suelta a sus ideas, sin pasar por ese lugar común en el que se encuentran, se caldean y muchas veces se enfrentan las subjetividades.
***
-Lo bueno de sacar a los temas del espacio de la sala es que vos te ponías a laburarlos en el momento en que querías, en el momento que creativamente era real, más verdadero.
Escapar del lugar común era -y es-, entonces, la regla.
Al final del proceso, no hay una versión definitiva. Hay capas que se superponen, donde un paso posterior no necesariamente es evolución, sino búsqueda: otra forma posible de la canción.
Búsqueda
«Sube tu canto al mío, haz que resbale» entona, en la que quizá es una de las melodías más bellas del último disco de Ese perro, la voz invitada de Jazmín Esquivel, en “La colina”.
La imagen de cantos superpuestos es, en más de un sentido, una buena forma de definir a Hacer un fuego.
***
Reunidos en la casa de Rocco Aguado, posiblemente aventurando los próximos pasos de la banda, Alejandro Crimi dice:
-Para este disco no pensemos en nada, hagamos lo que realmente nos guste.
Olvidarse del “qué dirán” o, más bien, del “qué escucharán” fue el punto de quiebre que inició una nueva etapa en la banda. A partir de allí, pudieron “exprimir al máximo” las potencialidades de cada uno al momento de la composición, la producción y la arreglística.
***
Mauricio Tovar y su media sonrisa exploran ahora, desde la batería, la interpretación para el vivo de esos temas pensados y elaborados, de múltiples formas, desde el laboratorio. Tan sólo un ejemplo: “agarrábamos samples de batería, poníamos uno por compás y probábamos cómo iba quedando la canción”.
Buscaban la canción, sí, pero nada estaba resuelto de antemano: lo primero era encontrar la clave, la estructura rítmica. Una vez decidido eso, podían seguir avanzando.
***
Durante un mes, luego, recluidos en una casona en Chacarita, barajaron todas las opciones y comenzaron la primera etapa de grabación.
***
Si tenían una certeza, era que no buscaban la canción en su forma más obvia. Y, de ese modo, se encontraron en sus manos con un disco cuya música difícilmente encuentre referencias previas en nuestro país (Frank Ocean resuena como un eco, que se replica y se combina con la vibración de ciertos paisajes latinoamericanos).
Ellos se ríen: todavía están aprendiendo a tocar las canciones.
Empezar por los horizontes
-Somos cuarenta millones de argentinos. ¿Ustedes no piensan que si los escucharan esos cuarenta, su música no le gustaría por lo menos al dos por ciento?- arroja Bruno y admite que él cree que sí- Lo que pasa es que no llegás a que te escuchen.
El ejemplo es simple y extremo, y eso lo hace potente. Lo que encierra es un problema fundamental de quienes hacen música hoy en Argentina: ¿cómo hacerse escuchar, cómo llegar al público, en este mundo tan atravesado por el vértigo de los avances tecnológicos -que, al mismo tiempo, modifican las formas de percepción y de relación entre las personas- y por desigualdades materiales?
-¿El camino a seguir? No tengo idea cuál es -admite Rocco-. Creo que lo único que estamos haciendo bien es seguir. Lo que quiero es hacer siempre algo que sea real.
***
Los años los cambian a ellos, y también a la forma de relacionarse con sus canciones y con la composición. Pueden tocar desenchufados o llevar un router en la mochila para conectarse en el momento del show. Apuestan a que cada nuevo año es, para ellos, una transformación; con un ojo miran el presente y con el otro ya están pensando en su próxima gira, en su próximo disco.
Y a la vez, no dejan de buscar formas originales para hacer llegar su música a la gente, como cuando salían a tocar con una motorhome a las afueras de recitales.
-Algo que se empezó a usar hace un tiempo es el posicionamiento, como si las bandas fueran una marca, un producto -explica Mauricio Tovar- Hacer algo más grande de lo que podés bancar genera un desequilibrio total a nivel artístico, los músicos pierden el foco. Se trata de una cuestión de sinceridad: ser sincero, fijarse cómo laburar algo más orgánico.
***
Año 2010, estadio Luna Park: Ese perro abre la noche para que luego ocupen el escenario Dave Matthews y su banda. Enero de 2012, inicia la gira por Latinoamérica. Mayo y junio de 2015, el turno de Europa. Como banda han registrado cuatro trabajos en estudio: Ichiban (EP, 2008), Las partes (2009), Empezaremos por los horizontes (2014) y Hacer un fuego (2016). Desde los comienzos, han dado pasos que, en el imaginario de muchos, son metas ancladas en el horizonte. Sin embargo, lejos de sentirse realizados en tales experiencias, encuentran en ellas momentos que marcan un proceso.
-Ya hace muchos años que estamos en esto, no sólo haciendo música, sino en la industria musical -dice Crimi- Cuando empezó Ese perro, tuvimos muchas reuniones con sellos, discográficas, con gente grosa, y teníamos siempre eso que sonaba en la oreja de que podía pasar algo importante. Pero después, con el tiempo, y con conocer mucho más el ambiente, te das cuenta de que lo único que vale es hacer lo que se te canta. Lo que “pega” es eso. Y la estrategia es quizá juntarte con bandas que están en tu misma realidad, en tu misma búsqueda. Hay que buscar la manera de ser distintos, porque quizá estamos haciendo lo mismo que todos pretendiendo mejores resultados.
De las partes al todo
Hay dos formas de ver un rompecabezas: como una totalidad (un paisaje de montaña o la imagen de un tigre) o como una serie de piezas particulares que, unidas, conforman esa totalidad. La figura sólo es posible mediante la unión de esas piezas específicas y no otras, y al mismo tiempo, cada pieza lleva en sí la forma total; para el caso: la canción.
-Aprovechamos que fuera divertido el hecho de poder hacer cosas con los instrumentos de los otros. Inclusive pensar cien por cien en la canción, y no en quién la está ejecutando.
***
Hubo una persona que fue la encargada de “ordenar todo ese quilombo” que arrojó el proceso de preproducción: Alejandro Zapiola, productor artístico de Hacer un fuego.
-Zapio entendía perfectamente lo que necesitábamos, que era hacer lo que nosotros queríamos, y cuidó de eso estéticamente -dice Mauricio.
-Lo que hizo bárbaro fue filtrar, porque todos teníamos ideas de producción. Zapio sabía cuál agarrar, sabía unificar las ideas -agrega Bruno.
-Fue más un productor-mediador -completa Alejandro-. Supo cuándo escuchar, y cuándo hablar y ordenar. Sin él, hubiésemos tardado quizá diez años en hacer el mismo disco, o uno peor.
***
Cada uno de los integrantes de Ese perro es como una pieza del rompecabezas, al punto tal de que lograron licuar sus individualidades, a la manera de un juego de roles, en pos de la canción. La figura del productor artístico es quien termina de unirlas, figura que para ellos es fundamental.
-Es una figura que tiene que estar. El productor tiene que saber interpretar qué es lo que necesita el equipo. Su función es exponenciar lo que hace la banda, al mango.
Esa canción
Ese perro ha logrado conformar un universo propio. Y en esa trayectoria, cualquier ojo atento puede trazar la línea que marca una búsqueda particular, una aproximación cada vez más acertada a esa búsqueda.
Esa canción que se presenta como desarmada, deconstruida, es hoy el estadío en el que se encuentran, aunque ya estén mirando más allá. Allí donde prima la melodía por sobre las letras -que acompañan y gozan de ser irónicas y existenciales; existencialmente irónicas, tal vez-, y donde la armonía se camufla; allí donde las programaciones, los sintetizadores y el groove se condensan sólo para, en el último instante, soltarse y de algún modo declarar que la canción puede ser todo eso, así como una guitarra rasgueada frente a un fuego encendido en la playa; es en este nuevo horizonte en donde Ese perro se detiene hoy, para volver a proyectarse hacia el futuro.
-Kendrick Lamar habla de ser negro en Estados Unidos y todo va por ahí, todo está dentro de ese mundo -ejemplifica Bruno- Entonces, nosotros nos preguntamos: “¿qué tenemos para decir?” Que nos gusta viajar, a veces literalmente, pero también en cuanto a lo que hacemos de un disco a otro; cambiar de lugar, siempre estamos pensando en el próximo lugar en el que vamos a estar.
***
Pedro Devoto observa, en silencio. Probablemente con la seguridad de que no hace falta decir más nada de lo que la música ya dice por sí misma.
***
Hacer un fuego, tercer disco de estudio de Ese perro, es la cristalización de todo un proceso que no para de gestarse. Un disco pretencioso, en el mejor sentido de la palabra. Inconformista y arriesgado, escapa siempre al lugar común. Un disco en donde la única protagonista es la canción.
Un comentario Agrega el tuyo