Cansados de escuchar música sentados. El rol de la técnica en los orígenes del rock nacional

Victor Tapia nos trae el caso del cine en los albores del rock nacional. De cómo esos pibes, a puro baile y ritmo, hicieron estallar por los aires la sepulcral ceremonia de ver cine. En tiempos donde la creencia de una internet soberana que moldea por sí sola desde el trabajo hasta el ocio se afianza; la nota nos recuerda que el uso de cada dispositivo técnico lo determinan las personas que, a su vez, están insertas en una estructura social.

por Víctor Tapia

En lo que va de 2017, se acumularon diversos festejos por los supuestos “50 años” del “rock nacional”, tomando como mágico inicio a “La Balsa”, tema lanzado por Los Gatos el 3 de julio de 1967, la gran fecha patria del calendario oficial de nuestro rock. Deberíamos agradecer a RCA por no lanzarlo un día después, ya que la independencia estadounidense opacaría bastante esta épica muestra de nacionalismo musical.

Lamentablemente, el corso de nuestro rock criollo apenas sirve para tirar espuma y un poco más. El rock fue practicado por músicos argentinos desde diciembre de 1955, mes en el que se lanzó la primera grabación del género de la cual dispongamos constancia. No faltarán los participantes del carnaval que se apresuren a señalarnos que, hasta la llegada de Los Gatos, las bandas sólo cantaban en inglés. Por muy repetida que sea, esta aseveración no deja de ser una de las tantas serpentinas que afloran en la comparsa del “puro rock nacional”. Sandro cantó en español toda su vida, y es justo reconocer que entre el 65 y el 67 editó doce temas de rock de su autoría. Johnny Tedesco grabó en 1961 “El Rock del Tom Tom”, una composición en castellano de su autoría que vendió 460.000 copias (!) sólo en dos meses. En un lapso similar, Johnny Carel vendió 50.000 copias de su composición “Sácala a Bailar”, brillante country rock editado el 22 de abril de 1960. Carel tampoco cantó en el idioma anglosajón en ninguno de sus tres long plays, nunca reeditados en CD y ni siquiera subidos a internet en su totalidad

No queremos aburrir al lector con más ejemplos, simplemente queremos aclarar que nuestra nota se centrará en el rol jugado por la técnica en la difusión del rock argentino en sus (verdaderos) primeros pasos. Nos centraremos especialmente en el cine, pero también hablaremos del papel ejercido por la prensa escrita, los discos y la radio, con el fin de brindar un panorama completo de la problemática. Acompáñennos.

¡Extra! ¡Extra!, noticias de ayer: la prensa escrita y el rock de los 50

Los diarios de circulación masiva cubrieron el tema en numerosos artículos, con un discurso que variaba entre la publicidad de la música y el temor a la euforia juvenil que desencadenaba. La Razón cubrió el tema con gran extensión durante febrero de 1957, mes en el que se produjo un verdadero verano del rock and roll argentino.

La revista Jazzlandia fue la primera publicación en dedicar comentarios de crítica musical al rock y no tenía problema en incluir a los primeros exponentes del rock and roll vernáculo en sus encuestas sobre los mejores músicos del jazz, ya que en Argentina el rock and roll era considerado un subgénero de este último. Las orquestas de jazz fueron las primeras agrupaciones en practicar el género.

 

Pero, obviamente, la música no se escuchaba en tinta y papel. Era editada en los viejos discos de pasta, un formato antecesor al vinilo que era de suma fragilidad. El primer rocker en ser difundido fue Bill Halley, con clásicos como “Rock Around The Clock”: un tema que fue catalogado como “fox trot” en las etiquetas de los discos a causa del desconocimiento sobre el nuevo género. Elvis Presley, Little Richard, Gene Vincent, Eddie Cochran, Johnny Burnette, Fats Domino, Carl Perkins y Buddy Holly eran algunos de los nombres que se podían ver en las bateas de la época. Los discos de pasta solo podían alojar dos canciones, pero en esa época se empezaron a editar los primeros discos de larga duración hechos en vinilo. Está claro que el formato técnico condicionó al rock and roll en cuanto a la duración de sus canciones, tal como había pasado con el jazz y el tango.

¿Y dónde están esas radios modernas? La radio como medio de comunicación hegemónico

Cometeríamos un grave error si pensáramos que la difusión principal del rock estaba a cargo de la prensa escrita y la industria discográfica. Muchísimos jóvenes no poseían el dinero para comprar un tocadiscos o seguir con regularidad a los diarios. José María Paniagua (finalista del primer campeonato de rock and roll oficiado en el Luna Park en febrero de 1957) recuerda con emoción: “No sé ni qué valor tenían los discos, ya que ni siquiera tenía tocadiscos en casa. Escuchaba la radio, donde tiraban las típicas programaciones yanquis y por supuesto la música era el rock and roll”.

La radio seguía siendo el medio hegemónico en una época en que solo había un canal de televisión y los aparatos para verlo eran demasiado caros. Las emisoras pasaban el rock and roll grabado en los discos, pero también disponían de orquestas estables. El baterista Oscar Linero recuerda que estas tenían su mayor trabajo durante los fines de semana, cuando se emitían los “bailables”, unos ciclos radiales que transmitían sólo música interpretada en vivo.

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Programa de un film de Bill Halley. Provisto por Alejandro Molinier

El primer programa argentino dedicado al rock and roll data de 1957: se llamaba Melodías de Rock And Roll y lo conducía César Lazaga en la mismísima Radio Mitre. Rápidamente se sumó Crónicas en Bandeja, auspiciado por jugos Pindapoy con la conducción de Adolfo “Fito” Salinas. Este reconocido locutor radial había traído discos importados de Presley a la Primera Exposición de la Industria Discográfica de La Rural, celebrada en noviembre de 1955. En 1958, Jorge Beillard lideró Rock And Belfast, patrocinado por la sastrería homónima. Grupos pioneros como Los Paters solían tocar en este show que también ayudó a difundir al primer club de fans argentino de Bill Halley.

Como si fuera poco, los mismos músicos tenían sus programas propios. El caso más emblemático es el de Eddie Pequenino, el primer rockero argentino. Años antes de brillar junto a Olmedo en archiconocidos sketchs televisivos, Pequenino tenía su programa de rock en radio Splendid los viernes a las 20:30 horas, un verdadero prime time.

¿Qué se puede hacer salvo bailar películas? La apasionante re-apropiación del cine emprendida por los jóvenes rockeros

Pero falta una pata final para comprender de manera acabada cómo la técnica de la época ayudó a difundir el rock and roll. Las películas musicales del nuevo género hicieron furor en el país, con una novedad impensada por sus directores y guionistas. Los primeros jóvenes argentinos que escucharon rock tomaron las salas de cine como pistas de baile… ¡poniéndose a bailar mientras se proyectaba el film!

Los recuerdos de testigos de época son apabullantes. Carlos Rodríguez Ares (ex manager de Virus y Soda Stereo, y bajista de Moris) relata: “Sólo baste decir que cuando la película Prisionero Del Rock’n’Roll (Jailhouse Rock) se estrenó en el cine Metro en junio de 1958, vi los pasillos repletos de gente bailando rock and roll durante la proyección del tema central del film”. El bailarín José María Paniagua nos ha aseverado que “cuando se estrenó la película Al Compás del Reloj (Rock Around The Clock), bailábamos en los cines de la calle Florida. Nos poníamos a bailar en medio de la calle y en los pasillos del cine”. Ante un medio como el cine que está pensado para que la gente mire los films sentados y a oscuras, los chicos imponían un uso social novedoso afín a su necesidad de expresión y liberación corporal.

 

El baterista Oscar Linero nos manifestó: “La gente no sabe hoy en día que cuando se estrenó Rock Around The Clock la policía tenía que hacer cordones porque la pendejada salía del cine bailando y se juntaba en el obelisco a bailar, y nos cagaban a palos. Más de uno que estaba en rebeldía con todo eso se llevaba los tocadiscos a cuerdas o a pilas, con algunos discos de rock and roll para ponerse a bailar en el medio del Obelisco”

La represión policial de la cual fue testigo y víctima Linero no fue aislada. Un decreto emitido el 26 de febrero de 1957 por el intendente municipal Ernesto Florit concedía a la policía el poder discrecional de detener a los jóvenes que bailaban si consideraban que éstos iban contra la “moral y las buenas costumbres”. El militar puesto en su cargo por Aramburu legitimaba la represión en base a los acontecimientos experimentados tanto en las salas de cine como en el concurso de baile de rock amenizado por Eddie Pequenino en el Luna Park (ver aquí y aquí). Esto demuestra que el rock and roll argentino de los 50 distó de ser una experiencia “pasatista y complaciente”, como sostienen sus detractores: la apropiación que hacían los chicos de las salas de cine y la liberación respecto a las imposiciones corporales de la sociedad ponían nerviosa a la mismísima Revolución Libertadora que había derrocado a Perón. Una rebelión que no pasaba aún por letras de protesta, sino por el movimiento de los cuerpos de unos jóvenes que se negaban a ser meros oyentes pasivos.

Ricardo Norberto Palacios, quien en los 60 trabajó en la mítica Cueva, nos acerca su recuerdo de estos hechos: “la primera vez que bailé el rock (o ´suelto´ como le decíamos en aquella época) fue en un cine sobre Lavalle con la película Al Compás del Reloj con Bill Haley y sus cometas.” Un músico de la talla de Willy Quiroga también fue testigo: “Me acuerdo que íbamos a bailar y cuando pasaban el Rock Alrededor del Reloj quedaba la pista vacía, los únicos locos que bailaban éramos nosotros y nos miraban con un odio que no te puedo contar”. Los testimonios de Palacios y Quiroga tienen una vital importancia para probar que ni siquiera es sostenible que el rock argentino de fines de los 60 plantease un quiebre radical respecto de sus pioneros no reconocidos. Las continuidades son evidentes: los mismos músicos y protagonistas de la época “oficializada” del rock bailaban en los cines y disfrutaban de precursores como Pequenino. El mismísimo Moris recuerda que decidió dedicarse al rock tras ver a la banda de Eddie tocando en una confitería del centro porteño.

Avellaneda, General Sarmiento, Capital Federal: el rock distaba de estar confinado a alguna cueva perdida y se diseminaba por toda la capital y el conurbano bonaerense. Pero incluso estaríamos equivocados si pensáramos que el fenómeno se limitaba a lo porteño y bonaerense. La realidad es que en casi todos los centros urbanos del país se experimentaba la misma locura. Uno de los integrantes de The Juglars, primer grupo de rock sanjuanino, recuerda: “el ritmo era tan contagioso y pegadizo que después salíamos a la calle haciendo los ritmos y los pasos y las parejas ensayaban los pasos que había en visto en los cines, en las películas”

Mi rock perdido: una breve conclusión y un comienzo para una larga reescritura de la historia

Los primeros jóvenes que escucharon rock en Argentina emprendieron una nueva práctica social vinculada al dispositivo cinematográfico, que desafiaba al modo de recepción establecido socialmente. Las características de la técnica cinematográfica no impedían en absoluto que algún asistente pudiera pararse o moverse mientras se proyectaba el film. Las restricciones al movimiento emanaban de procedimientos sociales y textuales que todos los espectadores cumplían como parte de un ritual, sin cuestionarlos. Pero los chicos dieron vuelta este rito y empezaron a bailar mientras se proyectaba el film, como si la sala fuese un baile. Una posibilidad no contemplada en la concepción de este dispositivo técnico. Los acomodadores, policías y autoridades militares buscaban salvaguardar el uso discursivo asignado tradicionalmente al dispositivo cinematográfico: una censura preventiva que buscaba impedir la aparición de novedades en el marco de lo social y perpetuar las imposiciones que pesaban sobre los cuerpos.

Que jóvenes de quince años hayan podido darle un uso revolucionario a un medio con convenciones fijadas desde principios del siglo XX prueba que ningún dispositivo puede controlar a las personas como meros autómatas; siempre debe lidiar con una realidad social tan compleja como impredecible. La aparición del rock and roll y los cuestionamientos que este hacía a la moralidad pacata mediante el baile es sólo parte de este entramado social tan rico para el análisis.

Por algo hasta el día de hoy sigue resultándonos totalmente provocativo y original leer sobre estas rebeliones, pese a que los “historiadores” y “periodistas” del rock las hayan borrado totalmente de la memoria de nuestra cultura. Hasta ahora. Esperamos que esta breve nota sirva para escribir de una vez por todas una historia completa del rock nacional que hable tanto de las contraculturas de fines de los 60 centradas en las letras de protesta, como de las primeras rebeliones corporales del rock and roll de los 50.

 

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Reblogueó esto en Universo Epígrafey comentado:
    Nuestros amigos de «Revista Tramas» publicaron esta excelentísima nota de nuestro compañero Victor Tapia. Un paneo por los orígenes del Rock y el Rol de la técnica. Muchisimas gracias por el espacio y esperamos que la disfruten!

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