Managers: fondo y figura

¿Qué lugar ocupan los managers en la actual escena rockera? ¿Cuáles son sus miradas sobre esta última, los desafíos y problemáticas? Un encuentro con Alejandro «Coco» Arlia, Félix Contartese y Lucas Gavin, para empezar a delinear la figura.

por Flor Wosh, Sebastián Verdún y Pablo Boyé

Primeros contornos

«Acordate de que lo que hacés no es de primera necesidad», recuerda Félix Contartese que le decía su padre. El mundo de la cultura se ve habitualmente pateado al fondo del pasillo cuando el contexto socio-económico aprieta. Y hoy, de nuevo, aprieta y mucho.

No hay profesión en el mundo que no se vea afectada por los virajes que sufre esa coyuntura, por un lado, a partir de las políticas implementadas por un determinado gobierno, así como por las transformaciones culturales (formas de percepción) y sociales (modos de relacionarnos con los otros), a escala más amplia. La de los managers de bandas de rock pareciera pertenecer, además, a aquellas profesiones en donde no existe doctrina alguna, ni manual de base al que aferrarse. Así lo ven Alejandro “Coco” Arlia (Circus Dei y La Perra Quelosparió), Félix Contartese (Científicos del Palo) y Lucas Gavin (Támesis), manageadores de las bandas encerradas en sus respectivos paréntesis.

Dice Félix: “hay una inmediatez por la cual nosotros tres tendríamos que estar planeando una serie de Netflix, porque para que la gente se levante de su casa para ir a ver tu show depende de muchas cosas, y más en un contexto socio-económico como el de hoy, que es pésimo.”

Lo macro. El ¿objeto? de discusión que irrumpe en las plazas, kioscos, taxis, oficinas o entre una birra y tu cita. El no-tan-todopoderoso que hoy salió a comprar puchos y acá estamos, esperando que algún día vuelva para escucharnos tocar y sacarnos las rueditas de banda en desarrollo. Gavin encara la discusión: “creo que hay que hacer una reivindicación del arte, de la música en general, en donde hay un nivel muy básico. Encima, vos tenés una estructura, que es el Estado, que no favorece desde ningún punto: ni desde la regulación, ni desde el subsidio, ni desde el fomento, absolutamente nada”. Y ejemplifica: “¿está la legislación en Argentina para no editar discos físicos y poder seguir registrando? No. Entonces, ¿estamos realmente en condiciones de decir ‘vamos todos para el mismo lugar’? ¿Estamos entendiendo cómo avanza?”.

En el mundo de la música, y particularmente en el rock, hay una lucha o un estado de tensión permanente que es contra esas condiciones impuestas, y también contra una industria “tradicional” que, en claro retroceso, sólo se agazapa a la espera de algún cortador de tickets serial al que montarse; la falta de vasos comunicantes entre las bandas de gran convocatoria y aquellas que mueven menos de doscientas personas, de lugares de escala intermedia y, yendo más lejos, la ausencia de tal vez toda una generación de jóvenes que practique el escuchar música en vivo, complejizan aún más la cuestión.

Félix se pone sombrío: “la disyuntiva es que falta gente que quiera escuchar música”.

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Los lugares que habitamos

Pegamos un salto: del público a los espacios. Porque, ¿qué sería de las bandas si no tuvieran un espacio para presentarse en vivo? Sótanos, centros culturales, bares, galpones: a una buena parte del espectro de músicos de la movida under le circulan nombres de cualquiera de este tipo de lugares, e inmediatamente, nos pensamos en términos de porcentajes.

Acá es donde el manager se sobre-esboza en carácter de mediador. Acá, también, es donde nace otra distopía: el arreglo soñado es sólo alcanzado precisamente en los sueños (por cierto, ¡nos van a dar dos consumiciones por músico y una pizza entre seis!).

Al menos, tenemos la suerte de que -como la tecnología es una maravisha– los equipos de sonido, audio y luces se han hecho cada vez más accesibles. En esta línea, “Coco” cree que en la actualidad “los lugares están mucho mejor que hace cinco años para una banda under, aunque también ocurren otras cosas. Los lugares se acostumbraron a ciertos tratos con las bandas, y ahora se piensan que te están haciendo el favor por darte el 70% de la puerta.” A pesar de eso, tira una máxima: “para mí, no hay arreglos buenos y malos, hay arreglos que te sirven”.

Félix disiente: “no, hay arreglos malos. Es decir, que le sirven sólo al bolichero, y hasta ahí. Yo creo que si consiguen tres bolicheros diferentes que se sienten acá, así como nosotros, y que te acepten esta problemática, viendo también sus miserias como bolicheros, eso es un éxito. Porque los estás involucrando en algo en lo que no se están involucrando”.

El manager de Científicos del Palo plantea que, apoyando el desarrollo de las bandas con arreglos que se adecuen a la cantidad de tickets que se venden, los bolicheros también estarían cuidando lo suyo:

-Si yo voy a un lugar con los CDP y meto 180 tickets, y el arreglo que me dan a mí es el mismo que le dan a una banda que mete 50 tickets, algo está mal, no se está apostando al desarrollo. El lugar también tiene que participar de este dilema, porque si dentro de cinco años cierra, vos ese lugar donde tenías un buen arreglo porque tenías buena cintura ya no lo tenés, porque el tipo descuidó la artística, la programación, y descuidó cómo desarrollar, entonces ya no lo tenés ni para vos ni para el otro.

“Es un poco la cantidad de gente que puedas meter, y otra cosa es la relación manager-lugar. Si tenes buena forma de laburo, es probable que no te hagan mucho drama”, matiza “Coco”.

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Te amo, te odio, dame más

La tragedia de Cromañón es un hecho del pasado inmediato que funciona como punto de partida para poder entender el presente, problematizar lo que haya que problematizar y así salir hacia adelante.

El rock como actividad peligrosa y el cierre masivo de muchos boliches, bares y clubes donde se tocara música en vivo devino en la pérdida de una generación, público adolescente. Luego, la reactivación a través de las mejoras en la economía y el impulso de políticas culturales favorables lograron la apertura de bares, boliches, bandas nuevas, productores y managers, que conformaron un “nuevo circuito under”, vivo y latente, con ganas y algo de inexperiencia, conviviendo con ese hueco post-Cromañón.

Contartese, Arlia y Gavin coinciden, con matices, en esta caracterización del estado de situación en que, además, la información líquida, la aparición de nuevas plataformas de escucha, los cambios de referentes para la sociedad joven (o la ausencia de ellos), plantean nuevas dificultades con las que enfrentarse. “Vos ya no podés discernir la información. Antes la información la tenían tres tipos, que tenían la posta, pero hoy no la tiene nadie, cualquiera puede decir cualquier cosa y se puede compartir inmediatamente”, sentencia Lucas y agrega que “es muy interesante analizar el caso de la reproducción del streaming” como nuevo un mecanismo de la industria para generar tendencia de lo que hay que escuchar.

Las redes sociales y su dinamismo, el reinado de lo inmediato, generan una demanda de contenido permanente, que pone a los artistas en una lugar novedoso: el de tener que producir a diario propuestas originales y creativas por fuera de su labor artística. Las nuevas tecnologías vienen reconfigurando el mapa y el peso de una nota de prensa ya no es el que tenía hace un tiempo. “Hoy por hoy los medios no cortan tickets”, dice Félix, “hoy por hoy se ampliaron los canales y no hay uno que funciona y legitima, tenés que hacer todo lo posible”.

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Rol y oficio

No es Calabozos y Dragones, aunque a veces pareciera. “Coco” afirma que desde chico “ya lo era”; Félix, que tiene diez años de oficio, piensa que todavía no se “recibió” de manager.

Liderazgo, compromiso y capacidad. Esos elementos son los que afloran en la opinión de los tres. Lucas, por su parte, establece que “hay algo de posicionarse en lo que es un lugar de liderazgo que, para mí, es prácticamente necesario; si vos no podés conducir ciertas decisiones, no funciona. Así vaya de onda, o cobrando guita”.

En la misma línea, Arlia agrega: “sí o sí tiene que haber alguien que comande, porque muchas veces el músico se tiene que ocupar de cosas que en realidad no se tiene por qué ver afectado. Mi interés es que el músico se desentienda de todo lo que es la fecha”.

El ansia de tener una fecha soñada es el horizonte inmediato. Los managers, coinciden los tres, con una cabeza creativa y estratégica, tienen que tener una cierta cintura y capacidad para bailar el malambo de las relaciones entre prensa, bolicheros y otros managers, así como entre los integrantes de las bandas. Las relaciones humanas siempre desordenan excels y planillas de SADAIC. Y a veces es un trabajo ingrato. Por eso, “tiene que haber una pulsión principal de esa persona en lograr tu éxito como músico y ver cómo ayudarte a vos a crecer. Y esa pulsión tiene que llevarle a hacer todo lo que esté a su alcance”, sonríe Contartese. Esa sed de elevación tiene que llegar de la mano del arte del músico. Porque “si no sos sincero con lo que a vos te transmite el proyecto”, dice Lucas, “nunca va a funcionar. Entonces vas a ser el gordo con el habano. Y la verdad que encontrar esa persona y ese nivel de compromiso es casi tan difícil como tener una banda; desde el lugar de la autogestión, para mí va todo muy de la mano”.

Las formas de encontrarte con ese DT a veces son las menos pensadas. No hace falta ir tan lejos, los mejores amores se encuentran a la vuelta de la esquina. “Coco” enseña con el ejemplo: “la mejor opción es, si vos sos una banda que está arrancando, el tipo que está más cercano de vos todo el tiempo, ese tiene que ser tu manager, y a esa persona la tenés que armar vos como artista en el campo de los managers”. Félix retruca: “si vos ponés a un flaco cercano a la banda, pero que no puede unir dos palabras para comunicarse, vas al muere. La venta requiere una capacidad de carisma, de comunicación y persuasión, el management tiene también una pata administrativa”.

De cualquier forma, y así como no existe una escuela que enseñe a vivir, en la experiencia y el ingenio que tenga uno, el criterio va conformando el oficio. Porque en palabras del General, la única verdad es la realidad, y con ese pretexto siempre se trata de avanzar. Así lo explica Gavin: “creo que la clave está en entender qué es lo que le pasa al otro, interpretarlo y a partir de ahí construir la identidad que ya tengo, porque si no, te volvés preso de lo que los demás quieren de vos. El desafío está en generar esa reflexión. Yo creo que lo valioso tiene que ver con lo que uno construye, siempre interpretando la realidad, porque es la única forma.”

Lucas cierra su definición haciendo hincapié en su modalidad de trabajo y lo que significa para él tener esa responsabilidad: “hace diez años que arrancamos con Blues en Movimiento, aprendimos un montón de cosas de la autogestión, terminamos armando Támesis, que a su vez terminó nutriendo la movida de Blues; pero siempre desde el lugar de la autogestión, y eso es compromiso. Nadie va a defender mejor su proyecto que nosotros mismos.”

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